Insomnio

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Carmen Valenzuela

Carmen Valenzuela

20/03/2025

Ni regalos pendientes, sin compromisos emocionales, ni cargas académicas: el insomnio igual me atrapa en diciembre. En esta parte del mundo diciembre llega con sol, siendo temporada de vacaciones y en el más privilegiado contexto con playas que bordean toda la costa. Desde la ciudad saturada hasta zonas alejadas de la bulla y contaminación. Una de los parajes se llama “El Silencio”. Contar con una playa llamada El Silencio es significativo cuando lo que buscamos es escapar del ruido interno que nos mantiene despiertos

El clima se pone denso, el aire se carga. Las personas que sí conectan con la representación de la navidad terminan contagiando frustración. Hay quienes se motivan tanto que duele no poder sentir lo mismo. Las dinámicas son diferentes para todos.

Da envidia que otros sientan eso que todavía significa la navidad: oportunidad de estar y sentirse en familia. ¿Será que la alegría de muchos termina siendo la confrontación para otros de lo que tienen, ya sea porque nunca lo tuvieron o lo perdieron?

El fenómeno del insomnio estacional

Investigaciones recientes en cronobiología señalan que los cambios estacionales afectan significativamente nuestros patrones de sueño. El insomnio de diciembre, lejos de ser un fenómeno aislado, representa una alteración circadiana que afecta aproximadamente al 15% de la población durante los periodos festivos. Al parecer ser parte de ese porcentaje (30%) de personas con predisposición a trastornos del estado de ánimo hace que los días festivos se vivan como días de letargo.

Los estudios metanalíticos publicados en el Journal of Clinical Sleep Medicine (2023) indican que durante diciembre se observa un incremento del 22% en la prescripción de medicamentos hipnóticos en comparación con otros meses. Este fenómeno, denominado "insomnio estacional afectivo", se caracteriza por dificultades para conciliar el sueño, despertares frecuentes y reducción de la calidad del descanso, independientemente de la presencia de estresores externos identificables.

Navidad: entre el ideal y la realidad

El dato que evidencia el del Instituto de Neurociencias Aplicadas (2024): “El "estrés navideño" ha sido reconocido como un activador neurobiológico significativo. Los niveles de cortisol —la hormona del estrés— aumentan hasta un 40% durante las semanas previas a las celebraciones de fin de año. La disonancia festiva se acentúa entre la expectativa social de felicidad que todos alardean en paralelo con sensación de cansancio crónico, aburrimiento y deseo de terminar todo compromiso. Aun con los esfuerzos de hacer de la navidad un día significativo se convierte en un perseguidor que busca castigar si no vives la navidad.

Sabemos que la presión social por experimentar alegría durante las festividades navideñas activa mecanismos neurales similares a los observados en situaciones de exposición social amenazante. La amígdala cerebral, centro procesador de respuestas emocionales, muestra una hiperactividad que dificulta la transición hacia estados de relajación necesarios para iniciar el sueño.

La paradoja del aislamiento en comunidad

Para quienes sienten que todo el estrés se pone encima sin entender por qué, es importante reconocer que la sensación de aislamiento durante épocas festivas representa una paradoja terapéutica: mientras más rodeados estamos, mayor puede ser la sensación de soledad si no conectamos emocionalmente con el significado colectivo de la celebración.

Esta desconexión entre la experiencia individual y la narrativa social genera un estado de hipervigilancia cognitiva que interfiere con los mecanismos naturales de inducción al sueño. El insomnio se convierte así no solo en un síntoma, sino en una manifestación somática de esta disonancia.

Perspectivas terapéuticas

El insomnio es la incapacidad del cerebro para "desconectarse". Los pensamientos invasivos, la agenda pendiente, los miedos y fantasías de fracaso agotan toda salida para ingresar al descanso. El conflicto entre el ideal y la realidad cotidiana, levantan resistencias a la vulnerabilidad que implica el descanso en un contexto percibido como amenazante.

Los abordajes terapéuticos contemporáneos recomiendan:

  • 1. Reconocer la legitimidad de las emociones disonantes durante épocas festivas.
  • 2. Establecer rituales personales significativos que sustituyan aquellos que generan malestar.
  • 3. Implementar técnicas de higiene del sueño adaptadas al contexto estacional.
  • 4. Practicar la desconexión digital progresiva, especialmente de contenidos asociados a representaciones idealizadas de la navidad.

Para quienes el insomnio se convierte en un perseguidor permanente, vale recordar que es tanto un fenómeno biológico como una respuesta psíquica a la presión social. Por ello, requiere ser atendida y detenida: Dormir es salud mental. El verdadero descanso, quizás, comienza por no obligarnos a “sentir” lo que realmente rechazamos. Sin la presión de corresponder al mandato de “felicidad” que la temporada navideña impone.